Meera nació en Nepal, en una aldea muy pequeña y pobre. Cuando era preadolescente sus padres murieron y se quedó sola al cuidado de sus hermanos pequeños. No tenían comida y no podían satisfacer sus necesidades diarias. Meera y sus hermanos dependían totalmente de los vecinos y aldeanos. Cada día era muy duro, tenían problemas de inanición y rogaban por ropa vieja y comida.
Cuando Meera tenía 14 años, varios hombres desconocidos llegaron a la aldea y vieron cómo Meera suplicaba por comida y agua en la carretera. Estos hombres le dieron comida y agua, con la condición de que comiera y bebiera delante de ellos. Debido al hambre que estaba pasando y su inocencia, aceptó. Tras ello, se quedó inconsciente. Cuando abrió los ojos y recuperó la consciencia, dos o tres días más tarde, se encontraba en un lugar desconocido, con un idioma desconocido. Aquellos hombres que le habían dado comida y agua ya no estaban. Lloró desesperadamente, preguntando por sus hermanos e intentando averiguar dónde estaba. Se le acercó una señora, para comunicarle que ya no podía volver a Nepal y que les pertenecía. Le acababan de comprar.
Meera comenzó así su propio infierno. Le torturaban y vertían agua hirviendo en sus genitales. Le forzaron a hacer lo que nunca había hecho obligándole a tener sexo con personas desconocidas.
Al principio ella se negaba, pero entonces le quitaban la comida y recibía torturas físicas. Pasadas unas semanas, Meera se doblegó, sabiendo que si no quería morir debía aceptar lo que le pedían. Cada día era obligada a realizar trabajos sexuales con muchos hombres, contaba con 14 años. Sentía dolor en todo el cuerpo y el alma.
Para paliar el dolor le suministraban diferentes tipos de drogas y así podía seguir trabajando. Con el paso de los años se infectó de VIH. Como muchos clientes tenían problemas de adicciones le golpean.
Actualmente Meera ha pagado su “deuda”. Es libre, pero como no tiene ningún tipo de educación o se dedica a vivir en la calle o sigue trabajando en lo único que ha hecho toda su vida.
Así nace el proyecto “Second Chance” de Cooperación Internacional. Como una alternativa educativa para Meera y otras mujeres en situación parecida, que les permita afrontar el futuro con su propio talento y sus habilidades.
Como afirma Meera: “Gracias a Dios, ahora recibo clases de costura y de fortalecimiento emocional. He aprendido a coser la ropa así que podré dejar el comercio sexual y conseguir ingresos prestando mi habilidad a la gente o en alguna empresa. Solía soñar con una vida mejor y ahora se ha abierto esta posibilidad. Solo deseo vivir mi vida con paz y felicidad. Mi gratitud a Cooperación Internacional y a Bergner por hacer mis sueños realidad. Gracias.”